sábado, 22 de abril de 2017

El acontecer de la historia se pone a decisión.


Declaremos también, que: El fundamento de la posibilidad interna de la historia se encuentra en el lenguaje. żQué es lenguaje? Con esto nos planteamos la tercera y última cuestión esencial. Lenguaje –esto lo conoce cualquiera. Y a la pregunta, qué es lo éste sea, existe, ya, de todos modos para ella, desde  hace tiempo, una respuesta común. El lenguaje es expresión de nuestras vivencias, representaciones, opiniones, deseos, posturas, en forma de sonido y escritura. Y ya que es una expresión semejante, sirve para mostrar lo experimentado, para la comunicación y el entendimiento. Esta caracterización del lenguaje, que subyace todavía hoy a toda reflexión acerca de él –visto de un modo más o menos claro- es de nuevo algo correcto y, sin embargo, es ella profundamente incierta, porque sólo capta del lenguaje algo que es una consecuencia de su esencia, pero no a la esencia misma.

            La esencia del lenguaje consiste mucho más en que en ella, se aventura el hombre en general, afuera, por primera vez, en el ente – en ella acontece el develamiento y la revelación originaria del ser -; el lenguaje no es, en primer lugar, la expresión segunda de este develamiento de las cosas, sino el develar mismo. Donde no existe lenguaje, como en la piedra, la planta y el animal, allí no existe la patencia del ser, por tanto, tampoco el no-ser y ni siquiera la nada y la vacuidad. Sólo donde acontece lenguaje predomina, impera un mundo. El encanto del valle y lo amenazante de las montańas, lo sublime de los astros y la serenidad del furioso océano, el ensimismarse de las plantas y la timidez del animal, el calculado frenesí de la máquina y la dureza de la acto creador de estado, la sujeta ebriedad de la conformada obra y la fría osadía del preguntar sapiente, la firme sobriedad del trabajo y el callarse del corazón – todo aquello “es” lenguaje – es decir, gana y pierde su ser sólo en el acontecer del lenguaje. El lenguaje es el imperar del centro configurador, conservador y destructor del mundo del Dasein histórico de un pueblo.

            De allí que la esencia del lenguaje acontezca originariamente y pura sólo ahí donde el ser del ente sea nombrado, por primera vez, y sea fundado con su nombrar – en el decir de la gran poesía. Ella es lenguaje original de un pueblo. Pero – apenas queda dicha, se ha abandonado también la palabra ya el llano repetir y mero desdecir. La palabra ha decaído. El lenguaje se ha convertido en habladuría. Y con ella se ha adueńado de todo la no-esencia del lenguaje. El lenguaje se abre paso como lenguaje de trato. En una mirada exclusiva sobre éste, se consolida la idea corriente de que el lenguaje es sólo un medio de entendimiento y nada más que eso. El decir habitual del discurso cotidiano se ha convertido en la regla. Con esto la poesía se torna entonces en la excepción de la regla, en tanto que, la poesía es, en verdad, en su originariedad, la ley del decir y lo restante no es nada más que consecuencia y caída.

            El lenguaje no es una facultad cualquiera entre otras, que el hombre tiene “también” junto con los ojos, los oídos, el entendimiento y la voluntad – sino que la esencia originaria de su ser es lenguaje. No es que el hombre tenga el lenguaje - sino, a la inversa, el lenguaje “tiene” al hombre, es decir, éste “es” solamente como él es (a saber, expuesto en medio del ente ya manifiesto) por razón del lenguaje.

            Nosotros somos – como dijo Hölderlin - un diálogo, es decir, interpelados por los dioses y estamos puestos bajo su apelación [An-spruch]. –Los dioses no traen al habla, si es que somos y cómo lo seamos, si respondemos al ente y sus potencias y cómo lo hagamos, si es que nos a-signamos su ley o si la negamos.

            Porque estamos en el acaecer del lenguaje, sólo por eso reina a nuestro entorno el ente como uno tal en su patencia, ocultamiento y simulación.

            Y sólo porque estamos puestos en la patencia del ente – tocados por su ser y amenazados por su no-ser -lo que significa, [estar] en la verdad, entonces podemos decidir entre ser y no-ser, y resolvernos por aquello que no es ente aún -algo que debe ser, y que nos sale al encuentro como cometido y misión – persistimos en su resolución, es decir ser históricos – esto significa mantenerse dentro [mitten Innestehen] entre la amenaza del ser y del no-ser y la conquista del ser frente al no-ser. Por medio de este mantenerse dentro, el acontecer de la historia se pone a decisión – es, lo que él es.


Martin Heidegger

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