sexta-feira, 2 de dezembro de 2016
LA SUPERACION DE LA METAFISICA Y EL PENSAR FUTURO
NIETZSCHE Y HEIDEGGER: LA SUPERACION DE LA METAFISICA Y EL PENSAR FUTURO
Bruno L. G. Piccione
Cuadernos de Filosofía (Buenos Aires, 1983), XIX, 30-31
Nietzsche
FRECUENTEMENTE, a través del camino de su pensar, Heidegger se ha servido de la reiteración de pensadores señeros de la historia de la filosofía para la exposición .y esclarecimiento de sus propias concepciones: Anaximandro, Heráclito, Parménides, Platón, Aristóteles, Duns Scoto, Descartes, Kant, Hegel, Nietzsche han sido objeto de profundos replanteos por vía de ensayos cuando no de libros íntegros. Nietzsche quizás sea el más tratado, y seguramente el filósofo a quien Heidegger ha dedicado su obra mas extensa [i]. A menudo también sus interpretaciones han sido criticadas, poniéndose en tela de juicio que lo atribuido por Heidegger .al pensador de turno pudiera realmente corresponderle. El caso Nietzsche es uno de los más debatidos, razón -entre otras- por la cual queremos en estas páginas apuntar una toma de posición frente al enfoque heideggeriano, que si bien genial, no deja por eso -a nuestro criterio- de ser objetable en alguna medida [ii]. Circunscribiremos nuestros comentarios a lo que consideramos el fundamento de toda la interpretación de Heidegger : la ubicación de Nietzsche dentro de la metafísica, como su último representante, poniéndole fin y remate no obstante su inclusión en ella.
Desde Brief über den .”Humanismus”, pasando por “Nietzsches Wort ‘Gott ist tot’”, el ensayo referido a Nietzsche en los Holzwege, hasta los dos volúmenes finales que desarrollan la totalidad de su pensamiento, Heidegger ha insistido en colocar a Nietzsche dentro de lo que llama con particular precisión metafísica de la subjetividad, en sus dos corrientes: de la subjetidad (Subjectität) y de la subjetividad propiamente dicha (Subjetivität) ; la primera originándose en Platón y Aristóteles, la segunda naciendo con Descartes como una rama del mismo tronco. Metafisica es “( ... )-im Seiende im Ganzen und im Verhältnis zum Seienden als solchem eine Stellung bezogen” (una toma de posición en el ámbito del ente en su totalidad y con relación al ente en tanto tal) [iii].
Nietzsche formaría parte de ambas metafísicas por cuanto las dos ideas fundamentales de su filosofía, voluntad de poderío y eterno retorno de lo mismo, se refieren al ente en total, y precisamente al ser del ente: la primera, en relación a qué es (was) el ente (consistencia, essentia, Wesenheit) ; la segunda, a cómo es (wie) (presencia, existentia, Dasein) [iv] . Nietzsche, al igual que toda la metafísica, desde sus fundadores, problematiza el ente en su ser, pero olvida pensar el ser: Nietzsche no piensa el ser en tanto tal, en su verdad [v] ; el ser es determinado en tanto valor [vi] Ser en Nietzsche es nihil, nada, y éste es el auténtico nihilismo dentro del cual la propia superación del nihilismo nietzscheano estaría incluida [vii], y a este nihilismo Nietzsche, por su pensar en valores, “ ( ... ) nicht nur den Nihilismus nicht überwindet, sondern ihn auch nie überwinden kann” (no sólo no supera sino que no podrá superar jamás) [viii]. Desde este punto de vista, “( ... ) die Metaphysik Platons ist nicht weniger nihilistisch als die Metaphysik Nietzsches” (la metafísica de Platón no es menos nihilista que la metafísica de Nietzsche) [ix] ; es más, “ ( ... ) Nietzsches Metaphysik ist eigentlicher Nihilismus” (la metafísica de Nietzsche es el nihilismo propiamente dicho) [x], por cuanto al pensar Nietzsche el ser en la forma de valor produce su máximo ocultamiento, “( ... ) die grösste Blasphemie, die sich dem Sein gegenüber denken lässt” (la más grande blasfemia que se pueda pensar frente al ser) [xi], “ ( ... ) das radikale Töten” (el asesinato radical) [xii]. Con esto acaba el nihilismo [xiii].
No obstante, y a pesar del carácter unilateral de su propia interpretación, “ ( ... ) hat schon Nietzsches Erfahrung bei aller Einseitikeit seiner Deutung den ‘wirklichen’ Nihilismus so eindringlich getroffen” (la experiencia de Nietzsche, a pesar de toda la unilateralidad de su interpretación, ha captado agudamente el nihilismo ‘real’) [xiv]; está al final de la metafísica como nihilismo auténtico en tanto decreta y consigue provocar la ruina del imperio de lo suprasensible sobre lo sensible, la supresión de los dos mundos platónicos, imposibilitando con ello definitivamente el proceder típicamente metafísico de explicación de un mundo por otro. Por esto es que se puede decir acertadamente que “( ... ) alle .abendländische Philosophie ist Platonismus” (toda la filosofía occidental es platonismo) [xv]. Tal es la razón por la cual “Nietzsche selbst versteht seine Philosophie als die Einleitung des Beginns eines neuen Zeitalters” (Nietzsche mismo concibe a su filosofía como introducción al comienzo de una nueva época) [xvi] como punto de partida de un nuevo pensar futuro.
Esta es la tarea del superhombre nietzscheano, o sea, del hombre liberado de todos los pesos suprasensibles, reconducido por sí mismo a su ser-tierra, legislando en función de él y revelando la vida en su permanente devenir autosuperador de sí misma, que .supone su retorno eterno. Pero he aquí que el superhombre no es más que la modificación no esencial de la concepción metafísica ,del hombre como animal rationale [xvii], definición que contribuye, con el ocultamiento del ser propio del hombre, al enmascaramiento de su relación esencial con el ser; es punto de partida de todas las interpretaciones antropomórficas del ser y origen del reinado del antropologismo que caracteriza a toda la época moderna [xviii]. Con esto el hombre, ya subjectum por su ser desde la Antigüedad, adquiere también la desjerarquización de sujeto, y en el caso de Nietzsche, al servicio de la subjetividad trascendental y absoluta de la voluntad de poderío. Este hombre será el futuro dominador de la tierra, punto de partida de la técnica contemporánea, en donde desempeñará la función de explotador de la naturaleza, transformada en “fondo” o “materia prima” (Bestand, Rohstoff), y él mismo un material o fondo más [xix].
Hasta aquí, de modo quizás exageradamente sucinto, la interpretación heideggeriana de Nietzsche en lo que respecto al particular enfoque que de ella estamos haciendo.
Comenzaremos nuestro comentario crítico por las dos ideas que, efectivamente, son las fundamentales en el pensamiento nietzscheano : voluntad de poderío y eterno retorno de lo mismo; ideas que no pueden entenderse en forma independiente, como continuamente señala Heidegger, y cuya conexión está expresamente asentada por Nietzsche en un fragmento póstumo de 1886-1887: “Dem Werden den Charakter des Seins aufzuprägen -das ist der höchste Wille zur Macht ( ... ) Dass Alles wiederkehrt, ist die extremste Annäherung einer Welt des Werdens an die des Seins: Gipfel der Betrachtung” (Imprimir al devenir el carácter de ser -ésta es la más alta voluntad de poder ( ... ) Que todo retorna es el extremo acercamiento de un mundo del devenir al del ser: cima de la meditación) [xx]. La voluntad de poderío es la esencia de la vida, la que se identifica en Nietzsche con ser. El devenir es el ser mismo, ser es siempre, para el Nietzsche maduro, fluir, proceso; es la vida impulsada por su esencia, la voluntad de poder, en tanto exigencia de autosuperación: “‘Sein als Verallgemeinerung des Begriffs ‘Leben’ (athmen), ‘beseelt sein’, ‘wollen’, ‘wirken’, ‘werden’ “ (‘Ser’ como generalización del concepto ‘vida’ (respirar), ‘ser animado’, ‘querer’, ‘obrar’, ‘devenir’) [xxi]. Con expresión del propio Heidegger [xxii] : el ser esencia (west) en el ente en la forma de voluntad de poderío, esto es, en la forma de autosuperación. Dice un póstumo de -1888: “Der Wille zur Accumulation von Kraft als spezifisch für das Phänomen des Lebens. . .” (La voluntad de acumulación de fuerza como específica para el fenómeno de la vida) [xxiii], y en Also sprach Zarathustra (II, “Von der Selbst-Ueberwindung”) el protagonista declara; “Und diess Geheimniss redete das Leben selber zu mir. ‘Siehe, sprach es, ich bin das, was sich immer selber überwinden muss’”. (Y este secreto me ha confiado la vida misma ‘Mira, dijo, yo soy lo que tiene que superarse siempre a sí mismo’) [xxiv].
Esta Ueberwindung, esta superación o sobrepasamiento esencial y permanente es, precisamente, la nota por la cual la vida como voluntad de poder -que es la esencia que se la otorga- remite a eterno retorno de lo mismo. Esta esencia esenciante, activa, deviniente de la vida infinita sólo puede satisfacerse con su retorno, ya que sus fuerzas son finitas [xxv]. Vida como voluntad de poderío es la afirmación del devenir como ser, del cambio y mutación, de la pluralidad y diferencia, de la infinitud y fugacidad, o sea, de los caracteres ontológicos opuestos a los de la metafísica clásica. Su esencia más íntima es la voluntad de poderío como devenir eterno autosuperador [xxvi]. La esencia (Wesen) que constituye la voluntad de poderío no es, pues, la essentia escolástica medieval sino el esenciar (wasen) propio del ser en la forma de autosuperación en el permanente devenir de la vida. Todo ente, en tanto su esencia es la vida como voluntad de poder, se pro-yecta más allá de sí mismo, se autosupera o sobrepasa: su esencia es la trascendencia [xxvii].
El eterno retorno de lo mismo propicia la trascendencia de la superación, está al servicio de la transformación superadora de la vida en tanto es la presencia del ser como vida en su infinita fluir y retornar mundanos [xxviii]; con expresión del mismo Heidegger: eterno retorno configura la pre-esencia (An-wesen) del ser en el ente que es vida [xxix]. Eterno retorno de lo mismo adquiere así hondura metafísica -que es anti-“metafísica”- como pura pre-esencialidad infinitamente móvil, y la voluntad de poderío encuentra en él fundamento para su superación.
Así entendido y conectado con voluntad de poderío, mal puede presentarse al eterno retorno de lo mismo como existentia u otra expresión equivalente que aluda a la actualidad del ser como lo permanente en el ente. Eterno retorno de lo mismo viene a reunir en su estructura a la totalidad de la vida que esencia en la forma de voluntad de poderío, pues esa nota que impulsa constantemente a la vida hacia su superación es la pre-esencia del eterno retorno de ella misma en la forma del infinito aparecer y sucederse de los. instantes vitales queridos, afirmados -y por ende transformados- a través del amor fati humano [xxx].
Este sucederse circular eterno ocurre sin causas determinantes de ninguna índole, ni primera ni eficientes ni finales; es un juego .azaroso, pero a la vez necesario, de cuántos de poderío en el cual el hombre interviene libremente con su querer [xxxi]. Estamos en el meollo de la metafísica nietzscheana de la libertad-necesidad, unida íntimamente a la del ser, como pura presencia ontológica manifestándose originariamente en el mundo bajo la forma de azar necesario y con intervención del hombre, cuya modalización, por vía del amor fati, es el margen de libertad cósmico-antropológica introducida en el devenir de lo mismo. Hombre y ser, ser y hombre poseen pues, en Nietzsche -tanto como en Heidegger-, estrecha vinculación, como el mismo Heidegger lo ha visto y comentado agudamente [xxxii].
El querer superador en manos del hombre -que es voluntad afirmativa de la vida, asentimiento reivindicador de todos los rechazos del platonismo- valoriza el instante querido para toda la eternidad, ya que él volverá tal como fue deseado y asumido. Pasado y futuro se identifican y anulan en su individualidad, para pasar a ser ambos puro instante presente sucediéndose en la interminable rueda del devenir, tal como el hombre lo modaliza. El tiempo en Nietzsche adquiere presencia ontológica como puro ser que se manifiesta en el instante: el “sí” del amor fati es la afirmación del ser como instante auténtico (Augenblick), que ha de volver tal como fue afirmado y asumido. Este tiempo nietzscheano es el ser mismo en su manifestación originaria, azarosa y necesaria a la vez, en la que el hombre interviene desde sus inicios haciéndolo ser el que es y proyectándolo, tal como lo hace ser, en el mundo [xxxiii]. Lejos ha quedado la metafísica de la subjetividad con su mundo ontológico hipostasiado y su tiempo inmovilizado, que se reflejan en un aparente mundo terreno y en una imaginaria fugacidad temporal. Nietzsche inaugura así una concepción temporal originaria del ser y del tiempo: la vida como ser, en su devenir circular, va temporalizando el tiempo; el instante cobra jerarquía sin ser por ello el “ahora” mundano clásico, sino, por el contrario, la presencia misma del ser como eterno retorno de lo mismo modalizado por el hombre en el momento del instante.
Las nociones nietzscheanas de juego, azar, inocencia del devenir, justicia, por lo demás -en las que no podemos entrar con detalle en estas páginas por cuanto nos sacarían de la cuestión-, todas confirman, a través de sus correspondientes textos, las aserciones que estamos sosteniendo en lo referente a un verdadero pensar del ser por parte de Nietzsche: todas aluden al ser como manifestación originaria en el mundo. Nietzsche piensa el ser en función de valores en la medida en que éstos son: “Resultate bestimmter Perspektiven der Nützlichkeit” (resultado de determinadas perspectivas de utilidad) al servicio de la vida, o bien, “Erhaltungs-Steigerungs-Bedingungen in Hinsicht auf complexe Gebilde von relativer Dauer des Lebens innerhalb des- Werdens” (condiciones-de-conservación-y-acrecentamiento en relación con formas complejas de vida de relativa duración dentro del devenir) [xxxiv]; pero la vida (ser originario) no es un valor; lo que un ente es es lo que vale para la vida, pero la vida misma no vale “para” ella simplemente es. Dentro del perspectivismo vital nietzscheano, ser no es un valor, más bien al revés, lo que algo vale es lo que es el valor es ser para [xxxv].
La vida como voluntad de poderío y eterno retorno de lo mismo es el fundamento ontológico en función del cual el hombre dice cuáles son los valores o “modos del ser para” de cada momento vital histórico, en tanto condiciones útiles para su acrecentamiento y superación; la vida misma es la que, a través del hombre, instituye los valores de cada época [xxxvi]. La vida no es un valor ni tampoco una verdad como “falsedad útil”: ella es criterio de tal condición y verdad originaria, surgente de sí misma y por sí misma -al modo de la physis griega, aunque sin ningún tipo de permanencia substancial. El juego es el símbolo más profundo de este surgir originario del tiempo cósmico vital: “Welt-Spiel, das herrische, / Mischt Sein und Schein :- / Das Ewig-Närrische / Mischt uns -hinein!. . .” (El juego del mundo, lo imperioso, / mezcla el ser y el aparecer:- / El eterno insensato / ¡ Nos mezcla a nosotros -en su juego!. .. ) [xxxvii].
El juego del mundo constituye la unidad originaria de voluntad de poderío y eterno retorno de lo mismo -o sea: ser y tiempo- simbolizada por el niño heraclíteo que ahora se llama Diónisos [xxxviii]. Y alrededor de este simbolismo lúdico como origen primigenio de todo suceder y aparecer, pensado desde sí mismo y en sí mismo, se van tejiendo los restantes conceptos estructurales Justicia, inocencia del devenir, azar, libertad, destino, amor fati [xxxix].
Lejos ha quedado, nuevamente, la metafísica de la subjetividad con sus dos ramales y todo tipo de enfoque ocultante del ser; el pensar nietzscheano alcanza, con estos conceptos últimos, el plano más originario del ser en tanto ser, precisamente en lo que Heidegger llama el ser en su verdad o desocultada manifestación. Lo que Nietzsche entiende por “metafísica” no es, claro está, lo mismo que Heidegger significa como tal -ni tiene por qué serlo-, pero sí algo equivalente dentro de su propio pensar: el ocultamiento y desjerarquización de la vida realizados por el platonismo con la teoría de los dos mundos; ocultamiento qué de una manera u otra se ha mantenido a lo largo de toda la historia de la filosofía. Tal es la razón por la cual Nietzsche, desde sus inicios como pensador, denominará a su filosofía “umgedrehter Platonismus” (platonismo invertido) [xl]. Esta metafísica, así entendida, será el nihilismo decadente, y posteriormente la denominación abarcará a toda la porción de historia de la filosofía sustentadora del “mundo verdadero”, hasta que él termina por devenir una “fábula”, y todo su curso la “historia de un error”. Estos son, precisamente, el título y el subtítulo de un famoso aforismo del Götzen-Dämmerung : “Wie die ‘wahre Welt’ endlich zur Fabel wurde. Geschichte eines Irrthums” [xli]. Modelo ejemplar de aforismo nietzscheano, concentra en sus seis concisos fragmentos a toda la historia del platonismo en sus diversas etapas hasta su superación por Nietzsche. Aquí ya podemos hablar de superación, pues el sexto parágrafo dice textualmente: “Die wahre Welt haben wir abgeschafft : welche Welt blieb übrig? die scheinbare vielleicht?.. . Aber nein! mit der wahren Welt haben wir auch die scheinbare abgeschafft!” (Hemos suprimido el mundo verdadero: ¿qué mundo ha quedado? ¿quizás el aparente?... ¿Pero no! ¡Con el mundo verdadero hemos suprimido también el aparente!) [xlii].
El mismo Heidegger admite que la intención de Nietzsche es, no simplemente invertir el esquema jerárquico de los dos mundos platónicos, sino superarlo por intermedio de una verdadera trasvaluación de valores, dejando, a la vez, abierta la posibilidad de que pueda haberlo conseguido [xliii]. Esta posibilidad se ve reforzada por un fragmento póstumo de la misma época (1888), cuya última parte dice: “Der Gegensatz der scheibaren Welt und der wahren Welt reduzirt sich auf den Gegensatz ‘Welt’ und “Nichts”‘ (La oposición entre el mundo verdadero y el mundo aparente se reduce a la oposición ‘mundo’ y ‘nada’) [xliv].
Este mundo trasmundano, con todos los valores y principios normativos que lo integran, es lo que Nietzsche llama “Dios”, y acerca del cual, por lo ya dicho, decreta la muerte. “Gott ist tot” no es en absoluto una frase que exprese el ateísmo personal de Nietzsche, sino la que encierra su concepción del nihilismo en todas sus variantes; ella señala un hecho histórico, fáctico, lo asienta como verdadero punto de partida para la crítica de sus consecuencias contemporáneas y para crear las bases del hombre, del mundo y del pensar del porvenir -todo lo cual está comprendido en la significación del nihilismo extático o clásico nietzscheano. Y entre ambos se desenvuelve el negativo o crítico, que tendrá por tarea específica derrumbar los últimos restos del decadente, las postreras “sombras” proyectadas por ese falso sol del mundo inteligible platónico.
Esta es la “superación de la metafísica” intentada y lograda por Nietzsche, comprendida dentro de su propia intelección. Cuando Heidegger otorga a esas palabras otra significación, estamos ante otra metafísica, y por tanto, ante otra superación, la que, contrariamente a lo que sostiene, quizás sea más restringida que la nietzscheana, que en ese caso la comprendería [xlv].
En resumen. Lo que es por demás indubitable es que Nietzsche pone fin al nihilismo decadente -que es su concepción de la “metafísica”-, y echa las bases para la posibilidad de una superación de la metafísica aun en sentido heideggeriano. Todo esto en la medida que
a. Suprime la teoría de los dos mundos y todo el platonismo (y “toda la filosofía occidental es platonismo”) ;
b. Supera la concepción del ser como permanente presencia (el devenir es ser) ;
c. No se atiene a la verdad entendida como adaequatio (verdad es para él “tener por verdadero”, dentro de un pragmatismo vital, así como también verdad originaria: justicia);
d. Piensa el ser como juego cósmico y eterno retorno de lo mismo (lo que equivale a pensar el ser en tanto ser, y a la vez, ser y tiempo).
Más que el último metafísico, Nietzsche es el primer pensador de un futuro pensar superador de todo tipo de metafísica ocultante, empresa que en nuestro siglo ha tenido en Heidegger el principal propulsor hasta su muerte. Nietzsche siempre se consideró y denominó escritor “póstumo”, pensador de “siglos venideros”. Lo que ocurrió fue que, en tanto inaugurador -y por el hecho de serlo- de un nuevo modo de pensar, Nietzsche está referido e íntimamente ligado a la metafísica, utilizando sus propias estructuras mentales y conceptos: ser, esencia, categorías, valores, razón, espíritu, cuerpo, vida. . ., pero con contenidos semánticos totalmente diferentes, orientados a la común finalidad de desmoronar a la metafísica y sentar firmemente los fundamentos de un pensar venidero [xlvi]. La primera empresa le insumió gran parte de su corta vida lúcida, pudiendo recién hacia el final de ella disponer de tiempo y salud para construir su aporte para la segunda. Aunque todo quedó tronchado, Also sprach Zarathustra y los Nachlass de 1882-1888, cuyo conjunto habría de constituir, de acuerdo con su intención, su gran obra filosófica, representan por sí mismos, en muchas de sus páginas y fragmentos, las más penetrantes intuiciones sobre esos temas básicos y fundantes de un nuevo modo de pensar.
Sobre ese camino (Weg), inaugurado y desbrozado por Nietzsche, se instalará el enfoque heideggeriano de la metafísica y de la necesidad de su superación, su concepción del ex-sistente humano en unión con el ser (Dasein) y de éste con el tiempo (Ereignis).
Por ello, así como Platón, Aristóteles y Descartes cobran particular importancia y gravitación en el pensamiento de Heidegger como iniciadores y continuadores de la metafísica en sus dos vertientes -subjetidad y subjetividad-, Nietzsche se le presenta historialmente con significación clave, en tanto pensador que ha abordado a la metafísica como actitud humana de ocultamiento ontológico, que en ese sentido la ha combatido como nadie antes que él, y ha dejado abierta una senda pensante- a la prosecución de la cual Heidegger, al igual que Nietzsche, consagró los esfuerzos de toda su vida de filósofo genial.
[i] Die Kategorien -und Bedeutungslehre des Duns Scotus (1916), Sein und Zeit (1927), Die Selbsbehauptung der deutsches Universität (1933), Ueber den Humanismus (1947), Holzwege (1950), Einführung in die Metaphysik (1953), Was heisst Denken? (1954) Vorträge und Aufsätze (1954), Nietzsche (I, lecciones de 1936-1940; II, reflexiones de 1940-1946; publicado en 1961) se refieren total o parcialmente a Nietzsche en sus páginas.
[ii] “(. ..) ' l'interprétation de Heidegger qui conjugue la plus grande proximité á la vérité de Nietzsche et nécessairement sa plus grande, sa plus géniale falsification”. FRANÇOIS LARUELLE : Nietzsche contre Heidegger, Paris, 1977, p. 16.
[iii] Nietzsche, Pfullingen, 1961, t. I, p. 455.
[iv] Op. cit., t. I, p. 463; t. II, pp. 38, 260, 287, 348, 352. Andlogas afirmaciones en Holzwege, Frankfurt A. M., 1950, pp. 219 y 233.
[v] Nietzsche, t. II, pp. 335-336.
[vi] Ibidem, t. II, pp. 337-338.
[vii] Ibidem, t. II, p. 343 y 350.
[viii] Ibidem, t. II, p. 340.
[ix] Ibidem, t. II, p. 343.
[x] Ibidem, t. II, pp. 339 y 340.
[xi] Ueber den Humanismus, Frankfurt A. M., 1947, p. 35.
[xii] Holzwege, p. 242.
[xiii] “Nietzsches Metaphysik wird demnach zur Vollendung des eigentlichen Nihilismus...” (Nietzsche, t. II, p. 342).
[xiv] Ibídem, t. II, p. 373.
[xv] Ibídem, t. II, p. 220.
[xvi] Ibídem, t. II, p. 34.
[xvii] Ibídem, t. II, p. 293.
[xviii] Cf. “Die Zeit des Weltbildes”, Holzwege, pp. 85-86.
[xix] Nietzsche, t. II, p. 387; “Ueberwindung der Metaphysik”, XXVI, Vorträge und Aufsätze, Pfullingen, 1954, p. 92.
[xx] Nietzsche Werke (Kritische Gesamtausgabe), Berlin, 1967-1974, t. VIII-1, 7 (54), p. 320.
[xxi] Ibidem, t. VIII-2, 9 (63), p. 33.
[xxii] Nietzsche, t. II, p. 382.
[xxiii] KGW, t. VIII-3, 14 (81), p. 53.
[xxiv] Ibidem, t. VI-1, p. 144.
[xxv] Cf. Ibidem, t. V-2, 11 (202), p. 421; 11 (213), p. 423; 11 (232),. p. 428; 11 (269), p. 442.
[xxvi] Ibidem, t. VIII-3, 14 (80), p. 52.
[xxvii] Ibídem, t. VI-1, pp. 70, 126, 143-144.
[xxviii] “Ich lehre euch die Erlösung vom ewigen Flusse: der Fluss fliesst immer wieder in sich zurück, und immer wieder steigt ihr in den gleichen Fluss, als die Gleichen” (Yo os enseño la redención del río eterno: el río. refluye sin cesar sobre sí mismo, y vosotros también sin cesar descendéis. en el mismo río, como los mismos). KGW, t. VII-1, 5 (1), 160, p. 209.
[xxix] Cf. Zur Seinsfrage, Frakfurt A. M., 1959, p. 27.
[xxx] “( ... ) der Ewige-Wiederkunfts-Gedanke, diese höchste Formel der Bejahung, die überhaupt erreicht werden kann...” (el pensamiento-del-eterno-retorno-de-lo-mismo, fórmula suprema de afirmación, la más alta que en general pueda ser alcanzada). “Ecce homo”, ‘Also sprach Zarathustra’, KGW, t. VI-3, p. 333.
[xxxi] “Aber der Knoten von Ursachen kehrt wieder, in den ich verschlungen bin, -der wird mich wieder schaffen! Ich selber gehöre zu den Ursachen der ewigen Wiederkunft.” (Pero el nudo de las causas, en el cual yo estoy entrelazado, vuelve otra vez, -¡él me creará de nuevo! Yo mismo pertenezco .a las causas del eterno retorno). “Also sprach Zarathustra”, ‘Der Genesende’, KGW, t. VI-1, p. 272.
[xxxii] Cf. “Wer is Nietzsches Zarathustra?”, Vörtrage und Aufsätze, pp. 123-124.
[xxxiii] Heidegger mismo lo reconoce, aunque a medias: “Das Sein, den Willen zur Mach, als ewige Wiederkunft denken, den schwersten Gedanken der Philosophie denken, heisst, das Sein als Zeit denken. Nietzsche dachte diesen Gedanken, aber er dachte ihn noch nich als Frage von Sein und Zeit” (Pensar el ser, la voluntad de poderío como eterno retorno, pensar el pensamiento más pesado de la filosofía, significa pensar el ser como tiempo. Nietzsche pensó este pensamiento, pero no lo pensó aún como cuestión del ser y del tiempo). Nietzsche, t. I, p. 28.
[xxxiv] KGW, t. VIII-2, 11 (99), p. 291 y 11 (73), p. 278.
[xxxv] Ibidem, t. VIII-1, 2 (150), p. 138.
[xxxvi] “Wen wir von Werthen reden, reden wir unter der Inspiration, unter der Optik des Lebens: das Leben selbst zwingt uns Werthe anzusetzen, das Leben selbst werthet durch uns, wen wir Werthe ansetzen...” (Cuando hablamos de valores, hablamos bajo la inspiración, bajo la óptica de la vida: la vida misma nos obliga a establecer valores, la vida misma valora a través de nosotros cuando instituimos valores). KGW, t. VI-3, p. 80 (“Götzen-Dämmerung”, ‘Moral als Widernatur’, 5).
[xxxvii] “An Goethe”, KGW, t. V-2, p. 324.
[xxxviii] Ibidem, t. VIII-1, 2 (130), p. 127; VII-3, 38 (12), p. 339; VIII-3,, 14 (89), pp. 57-59.
[xxxix] Ibídem, t. VI-2, pp. 247-249 (“Jenseits von Gut und Böse”, 295) ; VI-3, pp. 152-154 (“Götzen-Dämmerung”, ‘Was ich den Alten verdanke’,. 4 y 5) ; VI-3, pp. 396-399 (“Dionysos-Dithyramben”, ‘Klage der Ariadne’).
[xl] Un fragmento póstumo de 1870-1871, en efecto, sostiene: “Meine Philosophie umgedrehter Platonismus: je weiter ab vom wahrhaft Seienden„ um so reiner schöner besser ist es. Das Leben im Schein als Ziel” (Mi filosofía es platonismo invertido: cuanto más lejos esté del ente verdadero, puro, bello, mejor será. La vida aparente como fin). KGW, t. III-3, 7 (156), (156), p. 207. Citado también por Heidegger en Nietzsche, t. I, p. 180.
[xli] KGW, t. VI-3, p. 74.
[xlii] Ibidem, p. 75. Frente al fragmento de juventud, citado en nota anterior, este aforismo pertenece a una obra escrita en el último año lúcido de Nietzsche (Agosto-Septiembre de 1888), publicada en 1889, o sea después de su parálisis cerebral.
[xliii] Cr. Nietzsche, t. I, p. 242. En forma afirmativa en Holzwege, p. 239.
[xliv] KGW, t. VIII-3, 14 (184), p. 163.
[xlv] Cf. F. LARUELLE, op. cit., p. 155.
[xlvi] También el Heidegger de la primera época -de Sein und Zeit a Vom Wesen des Wahrheit- está tan unido a la metafísica que se ve forzado a usar su propio lenguaje para criticarla -como él mismo, por otra parte, lo ha reconocido-. Cf. Was ist Metaphysik?, Frankfurt A. M., 1960. “Nachwort”, p. 43.
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